domingo, 15 de agosto de 2010

LA COMUNICACIÓN MERCEDARIA

Hace algunas semanas me pidieron que escribiera algo para la revista del club de periodismo de la I.E. María de la Meced, luego de este tiempo lo leo y creo que no he había sido muy explicito en lo que qeuría decir, por eso ahora lo publico en este blog con la intención de recibir algunas opiniones y comentarios a mi correo, ojalá puedas expresar tus opiniones y sugerencias.

HACÍA UNA COMUNICACIÓN MARCADA POR LA VERDAD Y LA SINCERIDAD




Desde hace varias décadas los gobiernos de turno han hecho una serie de propuestas, por ejemplo: Los programas de alfabetización, la movilización por la lectura, concursos de argumentación y debate, entre otras buenas intenciones, con la meta de mejorar las habilidades comunicativas de los peruanos, ya sea en el aula, el hogar o la sociedad en general. Hablar, escuchar, leer y escribir son pues las prioridades del mundo de hoy. Supone este esfuerzo: El logro de una competencia comunicativa eficiente y eficaz de los ciudadanos en general, para una convivencia tolerante y proactiva; decía supone, pues la evidencia –inmediata, por lo menos- nos muestra que no es así; el índice de violencia, por una mala comunicación, ha crecido vertiginosamente en los últimos años; bastaría con revisar las estadísticas de problemas familiares, las convulsiones o conflictos sociales que llegan a situaciones extremas, como las manifestaciones con heridos y muertos, los parricidios, los crímenes por amor, los suicidios, en fin. Entonces, la pregunta suena retórica, pero hay que realizarla ¿Por qué fracasa toda la buena intención de mejorar los procesos comunicativos?. Se podría tejer una serie de argumentos lógicos, lingüísticos, sociológicos y muchos otros, pero creo que será más útil para los futuros lectores de estas líneas, abordar la respuesta desde una perspectiva más cotidiana y sencilla, pero no por ello, más intrascendente e inútil.



Si bien es cierto el hecho comunicativo es innato e inherente al ser humano (para comprobar ello, basta con observar al recién nacido que llora para satisfacer sus necesidades y descubrir que con bastante naturalidad ya ha establecido un proceso comunicativo con sus padres o quienes los reemplazan), también es cierto que la intencionalidad y finalidad de la comunicación se termina de formar con el modelado que recibe el niño y el adolescente del mundo que le rodea, para decirlo de manera más clara: un niño se comunica tal cual ve que los adultos de su entorno lo hacen. Así pues, si el niño observa que el padre miente cuando se comunica, el niño cree que es normal mentir cada vez que establezca una comunicación, entonces ¿Por qué se extrañan los padres cuando sus hijos les mientan sobre las notas y otras actividades de su vida cotidiana); si un adolescente observa que su madre es hipócrita en cada proceso comunicativo, él creerá que es común engañar en cada acto de comunicación, pero y … ¿Por qué se escandaliza la madre cuando su hija no es sincera sobre sus sentimientos y preferencias?. Creo que es clara la respuesta a nuestra pregunta del párrafo anterior, todo proceso comunicativo requiere, antes de estrategias, técnicas o métodos modernos y virtuales, recuperar esas características propias de la persona humana: la VERDAD y la SINCERIDAD. Es tan simple pero tan complicado retomar esos rasgos en nuestra vida, pues se ha hecho tan normal y cotidiano mentir o ser hipócrita. Considero que el fracaso de todo intento por mejorar nuestra comunicación en general, está marcado por ignorar algo tan simple como nuestros principios.



En todo caso, es necesario reafirmar que los fracasos en el intento por lograr mejorar los procesos comunicativos entre los peruanos, radican entre otros factores en el hecho de que nuestros niños y jóvenes carecen de la reiteración de buenos modelos que le ratifiquen la necesidad de ser honestos y decir la verdad en cada acto comunicativo, que le sugieran la prioridad de descubrir en sus interlocutores la hipocresía y la mentira, para no ser victimas de engaños simples o complejos -pero engaños al fin y al cabo-, necesitan entonces de un esfuerzo de los adultos que les rodeamos, para que nos podamos convertir en ejemplos vivos de una buena comunicación, marcada por una intención clara, transparente y honesta. Así no habrían malos entendidos en las relaciones sentimentales, económicas, laborales, etc., así no habría rencor por el engaño, ni indignación por la mentira, así podría existir una convivencia llevadera, tolerante, empática y proactiva; con diferencias, pero abiertamente anunciadas; con problemas y dificultades, pero claramente definidos; así tal vez podríamos construir una sociedad mucho más acogedora y útil para todos y cada uno de nosotros.



Finalmente, esta respuesta cotidiana y sencilla esbozada en las líneas anteriores, busca que tú, docente, padre o madre, estudiante y comunidad en general te esfuerces por ser ejemplo vivo de la VERDAD y SINCERIDAD a través de nuestras comunicaciones cotidianas y sencillas del día a día de nuestra vida.



Edwing Alvarez Fernandez

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